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Acuerdo de Promociones Comerciales: la debacle del agro colombiano

Osmer Ochoa Casarrubia

El tratado de libre comercio entre Colombia y Estado Unidos fue firmado por el congreso estadounidense en octubre de 2011, bajo el nombre de Acuerdo de Promociones Comerciales (en adelante le llamaré TLC); este acuerdo comercial pretendía incentivar el desarrollo económico y social de los países involucrados. En el marco de este acuerdo, Colombia eliminó el 82% de los aranceles a los productos industriales provenientes de Estados Unidos, EE. UU hizo lo propio al eliminar casi la totalidad de los aranceles a los productos colombianos.  

Años después de la implementación del acuerdo comercial con los Estados Unidos, los resultados para Colombia no han sido los esperados, “en 2012, con la entrada en vigor del TLC, comparado con el 2011, se registró una caída de las exportaciones que Colombia hizo a EE.UU de 0,69%. Al comparar las del 2015 con el 2011, la caída fue del 55,1%”. (El Espectador, 2016).

En particular, el sector agrario es uno de los más perjudicados tras la puesta en marcha del TLC; en lo correspondiente a este sector “a Colombia le está yendo como a los perros en misa. Entre mayo de 2009 y marzo de 2012 (antes del TLC) y mayo de 2012 a marzo de 2015 (después del TLC), las importaciones crecieron 101%, mientras las exportaciones aumentaron apenas 6,7%” (Robledo, 2015), lo cual hace que, el agro colombiano se vea inmerso en un panorama asolador.

Se puede decir que, el sector agrario colombiano, tras la firma del TLC entró en una competencia de tú a tú con los productores agrarios estadounidenses, lo cual nos pone en una situación de desventaja, debido a la desproporción existente en cuanto a dimensión y relevancia de ambas economías. “Colombia firmó un tratado en cierta medida desventajoso, porque no contamos con las herramientas suficientes para competir en términos comerciales con la potencia norteamericana”. (Agencia de Noticias UN, 2015).

El agro colombiano carece de las herramientas tecnológicas que le permitan una posible competencia con potencias mundiales, mientras en Estados Unidos se emplean tecnologías de punta, enfocada en ese sector, en Colombia se usan instrumentos rudimentarios, los campesinos colombianos, en su gran mayoría, cultivan sus tierras a punta de barretones, palas, hachas, machetes, entre otros. Según el último censo nacional agropecuario, “el 83 por ciento de los productores declaró no contar con maquinaria adecuadas para el desarrollo de sus actividades” (Semana, 2015).

Es evidente que, el sector agrario colombiano no puede competir con Estados Unidos, especialmente, los porcicultores, los avicultores, productores de maíz, arroz, oleaginosas y los productores de carne y leche; los cuales representan una parte amplia del agro y la economía colombiana y que también se constituyen como los alimentos más consumidos por los colombianos. Según (Dinero, 2014), la leche y el arroz son los productos más consumidos en el país.

Una competencia del sector agrario colombiano con Estados Unidos es insostenibles, es decir, competir con una potencia económica en ese sector, nos vislumbra un panorama de quiebra del aparato productivo, lo que traerá consigo aumento de los niveles de pobreza y desempleo.

Son muchos los agricultores que se han visto en la obligación de vender sus productos por debajo del costo de producción, es el caso de los arroceros, en primer trimestre del año 2017, “el precio de la carga de arroz paddy verde bajó de $126.000 a $115.000 y ese precio con los promedios normales de producción no cubren los costos de producción y nos lleva a pérdidas” (Portafolio, 2017). Al igual que los arroceros, hay otros productores que han disminuido notablemente sus ganancias o están incurriendo en pérdidas, como el sector lechero.

Voceros del sector lechero manifestaron grandes dificultades con los TLC que han afectado de manera directa su economía. “La producción de leche en el país, está compitiendo con otros países donde el sector y la leche está subsidiada e ingresan al país sin aranceles a través de los TLC que se han firmado con varios países, eso significa casi que una competencia desleal para los productores lácteos de Colombia” (El Espectador, 2017), lo cual ha situado a este sector al borde de la quiebra.  Es importante destacar que el 46% de las importaciones de leche a Colombia, proviene de Estados Unidos.

Al igual que los casos presentados anteriormente (Arroz y Leche), son muchos los otros los sectores que viven la misma realidad; lo que desencadena otras problemáticas que hacen aún más asolador el panorama. Competir de tú a tú con Estados Unidos no es rentable para los agricultores colombianos, lo cual empeora la situación de pobreza en la que viven, “según el censo nacional agropecuario realizado en 2014, el índice de pobreza multidimensional en el campo es del 44,7 por ciento, el doble del registro total nacional, que para 2014 estaba en 21,9 por ciento y casi tres veces el urbano que se ubicaba en 15,4 por ciento.” (Semana, 2015).

Cada día son menos las personas que se dedican a la agricultura, los campesinos han migrado hacia las ciudades y un envejecimiento de la población rural, son situaciones que se ha venido agravando a raíz del futuro desalentador que se vislumbra en el sector agrario.  

La aparición del TLC, fue un suceso que agravó la situación del agro colombiano, pero se puede decir que, desde antes de la entrada en vigencia de este acuerdo, lo campesinos venían atravesando una realidad desfavorable; Salcedo, Pinzón y Duarte, (2013) destacan que: “la falta de una política agraria que incluya a los campesinos y les brinde garantías políticas y económicas que les permita salir de la pobreza extrema y el no reconocimiento como sujetos políticos y sujetos de derechos”, hacen que la situación del sector agrario se desalentadora.

A manera de conclusión se puede decir que aunque el sector agrario colombiano ya venía aquejándose de ciertas situaciones desfavorables desde antes de la implantación del acuerdo comercial con Estados Unidos; la puesta en marcha de éste contribuyó en gran manera a empeorar significativamente la situación, a tal punto de que algunos sectores se encuentran al borde la quiebra.

 

Referencias

 

 

  • El Espectador. (2017). “Sector lechero está casi en quiebra”: Secretaría de Agricultura de Antioquia”. Recuperado de ttps://www.elespectador.com/noticias/nacional/antioquia/sector-lechero-esta-casi-en-quiebrasecretaria-de-agricultura-de-antioquia-articulo-704626

 

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Sobre la relación entre políticos y empresarios en Colombia

Osmer Jose Ochoa Casarrubia
Wilson Andrés Ferraro Cárdenas

 

La política colombiana ha tenido a través de su historia una estrecha relación con las grandes élites económicas del país. Ha existido un vínculo de simbiosis entre ellas, en el cual debe haber un mutuo beneficio para que pueda existir una relación de perfecta armonía. “Las relaciones externas (…) descubren la compleja trama de los intereses mutuos y diversos que alimenta la dinámica de las relaciones políticas y económicas”, (Rettberg, 2011) dándonos a pensar en una posible unión, dada por necesidades, metas u objetivos, que tienen intereses particulares; que son distintos a los que debería haber entre los poderes generados por las élites económicas colombianas y los poderes públicos.

Como se expresó anteriormente, las relaciones entre las élites políticas y las económicas están dada por la búsqueda de un mutuo beneficio. Por un lado, las empresas y empresarios son protagonistas en la financiación de los políticos y de sus carreras por las alcaldías, gobernaciones, congreso, presidencias, etc. (Hernández, 2015). Por otro lado, a cambios de los favores económicos, los políticos otorgan a los empresarios los grandes contratos que se celebran el país, es el caso de los grandes proyectos de infraestructura otorgados a empresas de dudosa reputación como Odebrecht.
La relación entre políticos y empresarios data de viejas épocas, “Los empresarios en Colombia siempre han hecho política tras bambalinas. Sus aportes a las campañas han llegado a ser decisivos y muchas de las políticas locales o regionales están inspiradas en sus ideas” (Semana, 2015), y es este un punto crucial, para lograr entender por qué los empresarios llegan a tener tan alta relevancia dentro de la política, siendo las elecciones, en cualquiera de los espacios y niveles que se den, el factor base que da vía a las decisiones que posteriormente se verán influenciadas por los intereses de particulares.

Pero primero debemos tener muy en cuenta que dentro del pensamiento que se llega a dar -y tiene su grado de veracidad- está que “se considera fundamental el trabajo que realizan las empresas privadas y públicas por el bien del país y en forma paralela lo que piensan quienes las manejan y dirigen” (El Tiempo, 2004) expresado esto por parte de  importantes revistas como el Portafolio, en donde se  destaca el papel de las diferentes organizaciones en el ámbito nacional. Pero sin embargo ¿hasta qué punto se llega a dar por sentado una relación entre los lazos del poder empresarial y el gubernamental?, pues bien podríamos asociar una respuesta si tenemos en cuenta que el gobierno en primera instancia, dentro de todo su plan de acción, debe tener presente la labor de controlar y supervisar (bajo parámetros legales) las acciones de las organizaciones, en especial de las grandes, grandes organizaciones y, en segundo, “la responsabilidad primordial de promover el desarrollo económico, social y cultural de su pueblo” (Art.7, Cap.2, Resolución 3281, Asamblea General de la ONU), es decir, las relaciones entre estos dos poderes no deben ir más allá de relaciones legales enmarcadas en la existencia de deberes y derechos.

Es aquí donde cabe destacar que las empresas y los empresarios son importantes para el Estado, ya que estos son los encargados en gran manera del crecimiento económico del país, la reducción de la pobreza, la generación de empleo, entre otros. Por lo tanto, se puede decir que “los empresarios son actores políticos, propóngaselo o no, desde sus decisiones de inversión hasta sus declaraciones públicas” (Rettberg, 2011). Por otro lado, también se puede decir que el Estado es importante para el sector empresarial, ya que “el sector privado necesita la formulación de políticas industriales que mejoren el entorno general de los negocios y favorezcan su crecimiento” (Allen, 2013), entre otras garantías que debe proporcionar el Estado. En otras palabras, “la capacidad Estatal puede depender, en buena medida, de los sólidos lazos público privados” (Rettberg, 2011).

En relación entre las élites políticas y las élites económicas debe haber un mutuo beneficio como se planteó anteriormente, de lo contrarios, pueden presentarse conflictos en los cuales cada sector busca proteger sus intereses particulares; en particular este caso se puede percibir cuando el Gobierno no garantiza las condiciones para que puedan desarrollarse correctamente las actividades empresariales, o cuando los empresarios observan una acción del Gobierno que pueda tener consecuencias negativas para sus intereses.

Un ejemplo de lo planteado anteriormente lo podemos evidenciar en el profundo descontento empresarial que existió en el gobierno de Ernesto Samper, debido a que algunas acciones del Gobierno tuvieron repercusiones negativas en las relaciones socio comerciales con Estados Unidos, lo cual afectó algunos sectores de la economía colombiana; estas circunstancias provocaron un profundo distanciamiento entre el Gobierno y los empresarios, el sector empresarial se convirtió en un movimiento opositor con grandes expectativas.  (Rettberg, 2011).

Ahora bien, podríamos pretender clarificar este tipo de relaciones que se llegan a dar dentro del ámbito nacional con un ejemplo real y actual. Tal es el caso de la firma del Acuerdo de la Mesa de la Habana, que podría no dar un fin definitivo a la guerra interna que se vive en este país, pero sí un escenario más “amable” respecto al conflicto que ha desgarrado duramente y durante mucho tiempo a Colombia.

Es este escenario en el cual podemos llegar a hablar de los intereses empresariales que pueden estar inmiscuidos en la toma de decisiones políticas del país para este tema, pero ¿por parte de quién? y por otro lado ¿de qué manera?, pues bien tener muy presente que los empresarios se encuentran relacionadas a este proceso de paz debido a las implicaciones que este tiene en el mercado económico, y en detalle, como lo enuncia el Director del Programa de Empresas, Derechos Humanos y Justicia Transicional – Fundación Ideas para la Paz, Álvaro Amaya (2016) “la industria petrolera tendrá un papel importante en la construcción de la paz”

Las organizaciones petroleras son uno de esos “poderes económicos” que tienen algún tipo de injerencia dentro de este tema, dado que, como es de esperarse, los grupos armados, y con gran relevancia las FARC, no han permitido de una u otra manera que las grandes organizaciones petroleras logren establecer proyectos extractivos dentro de las zonas en donde estos grupos al margen de la ley se encuentran implantados, y esta es una verdad a voces que también las organizaciones estatales reconocen, “Las zonas o regiones en donde los proyectos petroleros tienen lugar, suelen coincidir con poblaciones donde la institucionalidad pública es débil y con altos índices de necesidades básicas insatisfechas. Han sido estas condiciones las que han facilitado la creación, consolidación o presencia de grupos armados ilegales” (Álvaro Amaya, 2016).

Teniendo en cuenta el punto anterior debemos resaltar una vez más lo importante que vendría a ser para este tema de la paz en Colombia para el empresario el juego político, pues una vez más este daría las pautas y reglas de juego para el sector económico en el posconflicto, “a pesar que las organizaciones económicas tienen sus propios intereses, con el pasar del tiempo han entendido que deben tener una conexión directa con las líneas políticas que rigen el país, ya que las decisiones comerciales que los afectan se generan en los pasillos del Capitolio Nacional” (Arcila Vilma, 2015, p.6). Por lo cual el empresariado petrolero, uno podría llegar a asumir, ya debe tener las cartas de juego preparadas para lograr tal relación con el Estado, logrando de esta manera influencia dentro de las decisiones que les puede llegar a abordar, sin embargo debido a que las organizaciones petroleras nacionales son pocas y pequeñas en comparación a las grandes, muy grandes corporaciones extranjeras también debemos identificar que estas tienen injerencia en el Gobierno Colombiano, ya sea de manera directa o a través de los países a los que pertenece, “y es que no solo se ha identificado la influencia de las agremiaciones en la política, también las multinacionales han hecho lobby para defender sus intereses económicos” (Arcila Vilma, 2015, p.6).
Entonces bien, la política llegaría a ser una de las soluciones más convenientes a la hora de pretender establecer o sentar cabeza sobre proyectos extractivos y también para lograr de alguna manera la aceptación de estos proyectos por parte de la sociedad en general, puesto que “es importante tener en cuenta que los proyectos extractivos han sido históricamente objeto de resistencia o crítica en lo local” (Álvaro Amaya, 2016).

Y ¿de qué manera se podrían beneficiar estos empresarios?, una de los debates que se tenían, y aún continúan, presentes a la hora de pensar de qué manera el gobierno invertiría para el posconflicto estaba en que, como lo expuso David Bojanini, presidente del Grupo Sura en una entrevista hecha a el periódico Semana (2015), “lo más importante es saber en qué nos vamos a gastar la plata. Si lo planteamos como reparar a todas las víctimas dentro de un modelo asistencialista, como algunos lo han propuesto” o por otro lado como lo expresó César Caicedo presidente de Colombina (2015), en la misma entrevista, “La inversión que realmente va a desarrollar el agro colombiano tendrá que venir del sector privado nacional e internacional. (…), el resultado del acuerdo de La Habana tiene que ser crear las condiciones para invitar a esa inversión y no alejarla”, esto nos daría las pautas para lograr una relación de estos hechos y los empresarios petroleros.

Puede que para este punto solo parezca suposiciones, pero es un hecho, un ejemplo respecto a esto es que en un columna hecha por Pérez Maura hace referencia a que el Nobel de paz otorgado al presidente Juan Manuel Santos no fue un hecho aislado a los intereses particulares del país garante de tal premio (Noruega) denotando que el Gobierno Noruego ha invertido grandes cantidades de dinero en el proceso de paz y los pagos hechos a Enrique Santiago (el asesor de la guerrilla de las FARC en el proceso de paz) como un participante importante para que este proceso se haga realidad, además afirma que “el contribuyente noruego es muy mirado a la hora de analizar en qué se gastan sus impuestos.

Y si se ha derrochado tanto en Colombia y en el bolsillo de Enrique Santiago habrá que sentenciar que es un dinero bien gastado. (…), pero quizá hubo otros dineros noruegos con intereses en Colombia” (Pérez Maura, 2016). ¿Y cuál es el interés de Noruega en Colombia?, comenzando porque la presidenta del comité que otorga este premio, Kaci Kullmann Five, fue ministra de Comercio y alto cargo de Statoil, siendo Statoil una compañía estatal noruega de petróleo, Pérez Maura resalta, en un tono de desagrado, que una de las relaciones económicas-políticas está dada en la necesidad de lograr obtener participación en la empresa estatal Ecopetrol, siendo esta “una empresa en la que el presidente de la República nombra al gestor de la compañía y el ministro de Hacienda, el de Minas y el director de Planeación Nacional estaban en el momento de tomar esa decisión en el consejo de administración. Y como con cualquier recurso natural y estratégico de Colombia, es imposible que Statoil tuviera una participación en esos yacimientos petrolíferos sin el visto bueno de la presidencia de la República” (Pérez Maura, 2016).

Ahora bien, actualmente Statoil no tiene participación en la estatal Ecopetrol, pero habrá que darle tiempo para ver si esta empresa puede lograr su cometido, y resaltar que Statoil “como tantas otras compañías, tendría un especial interés en invertir en pozos petrolíferos de la Costa Caribe colombiana. Y en 2014 pudo llevarlo a cabo. Ese año, en la llamada Ronda Colombia 2014, Statoil consiguió una participación en el bloque COL-4 y meses más tarde amplió su participación comprando parte de la que había sido adjudicada a la española Repsol. Le compró el 10 por ciento del bloque Tayrona, compuesto de dos franjas frente a los departamentos de Magdalena y La Guajira y el 20 por ciento del bloque GUA OFF1 ubicado en aguas profundas frente a La Guajira” (Pérez Maura, 2016) que estaban sujetas a la aprobación de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH).

A de denotar que esta no es la única empresa que busca algún tipo de beneficio dentro del tema del posconflicto, pues como lo menciona Lia Fowler, periodista estadounidense y ex agente especial del FBI, (2016):

Ya no sorprende descubrir que las personas y países que toman parte en el proceso de paz en Colombia tienen vínculos con compañías petroleras con importantes intereses en el país, que dependen de las concesiones y licencias del gobierno de Santos. En un artículo del 12 de marzo del 2016, aludí al conflicto de intereses que afecta al enviado del gobierno estadounidense a los diálogos de La Habana, Bernard Aronson, fundador y gerente de Acon Investments, una firma de inversiones que tiene una participación mayoritaria en Vetra Energía, empresa cuyas inversiones en Colombia son el resultado de concesiones gubernamentales otorgadas en 2010 y 2012.

Una idea que expresa la actuación de los poderes económicos internacionales que se alzan a través de la representación que les da sus países respectivos es que “la principal función que tienen las misiones diplomáticas en Colombia dijo Ackerman es vender a Colombia en el exterior. Para nada se están metiendo en asuntos internos. Se proponen crear el ambiente para la inversión” (El Tiempo, 1991)

La relación entre las élites políticas y económicas es Colombia fue y sigue siendo una relación compleja, en la cual se presenta una dinámica muy interesante, como se expresó anteriormente, es una relación en la cual cada élite busca defender sus intereses particulares. Para nadie es un secreto que detrás del poder político siempre ha estado fuerzas económicas muy poderosas, las cuales de alguna manera ha interferido en el desarrollo histórico de nuestro país.

Referencias

Hernández, C. (2015). “Los financiadores de las campañas a la Alcaldía de Bogotá”. 12-05-2017, de EL Espectador Sitio web: http://www.elespectador.com/noticias/bogota/los-financiadores-de-campanas-alcaldia-de-bogota-articulo-586164

Semana. (2015).Empresarios se lanzan a la política”. 12-05-2017, de Semana Sitio web: http://www.semana.com/nacion/articulo/los-empresarios-que-se-vuelven-politicos/439482-3

David Bojanini y César Caicedo, (2015). Los empresarios y la paz. Entrevista a Semana. Disponible en: http://www.semana.com/nacion/articulo/los-empresarios-la-paz/426901-3

Arcila Vilma, (2015). INFLUENCIA DE LOS GREMIOS EMPRESARIALES EN COLOMBIA. Bogotá, D.C., UNIVERSIDAD MILITAR NUEVA GRANADA.

Allen, L. (2013). “Importancia del sector privado”. 13-05-2017, de La nación Sitio disponible en: http://www.nacion.com/opinion/foros/Importancia-sector-privado_0_1357464255.html

Pérez Maura, (2016). La presidenta del comité de los Nobel de la Paz tuvo intereses petroleros en Colombia. Disponible en: http://www.abc.es/internacional/abci-presidenta-comite-nobel-tuvo-intereses-petroleros-colombia-201610090245_noticia.html

Rettberg, A. (2011). Cacaos y tigres de papel. Bogotá: Universidad de los Andes.

Resolución 3281 (XXIX) de la Asamblea General de la ONU “Carta de derechos y deberes económicos de los Estados” Art.7/Cap.2/ (12 de diciembre de 1974), disponible en: http://www.dipublico.org/3978/resolucion-3281-xxix-de-la-asamblea-general-de-las-naciones-unidas-carta-de-derechos-y-deberes-economicos-de-los-estados/

Lia Fowler, (2016). ¿“Paz” a cambio de petróleo? Disponible en: http://www.periodismosinfronteras.org/paz-a-cambio-de-petroleo.html

El Espectador. (2017). “Así fue como los corruptos desangraron al erario en Córdoba” Disponible en: http://www.elespectador.com/noticias/judicial/asi-fue-como-los-corruptos-desangraron-al-erario-en-cordoba-articulo-693051?utm_campaign=CO+FB-El+Espectador-AON-CLICS-Mayo&utm_source=facebook&utm_medium=social&utm_campaign_group_id=253&utm_campaign_id=904&utm_advertisement_id=3383

El Tiempo, (1991). PROCESO DE PAZ: HAY INTERÉS INTERNACIONAL. Disponible en: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-183933

El Tiempo, (2004). LA ÉLITE EMPRESARIAL. Disponible en: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1536558

Álvaro, A. (2016). Las empresas petroleras sí tienen como aportarle a la paz. Disponible en http://negociosypetroleo.com/es/2016/09/27/las-empresas-petroleras-si-tienen-como-aportarle-a-la-paz/

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LA DINÁMICA DE LO ABSURDO

 

Osmer Ochoa Casarrubia

 

El sistema económico actual da por hecho la posibilidad de la generación de riquezas sin un límite de crecimiento establecido, este sistema busca la ganancia máxima, pero no teniendo en cuenta que la producción de riquezas, bienes materiales y ganancias económicas no pueden crecer de forma infinita.

Como es sabido, la dinámica capitalista se soporta en la sobreexplotación de los recursos naturales y la explotación del hombre por el hombre; al respecto, se puede decir que el ser humano es tal vez el único ser que tiende a utilizar más recursos de lo que realmente necesita, en aras de imponer un crecimiento que provoque mayor consumo y seguir produciendo cantidades infinitas de cosas muchas veces inservibles.

El capitalismo busca obtener riquezas infinitas, basado en la explotación de recursos naturales que obviamente no son infinitos, según Omar Aktouf “el crecimiento no puede ser infinito por el simple hecho de que los recursos no lo son.” (Aktouf, 2004, p186). En la actualidad, se puede evidenciar que los recursos disponibles se están agotando alarmantemente, tanto así que se prevé que en pocos años estos recursos serán prácticamente nulos. Al ritmo que se están extrayendo los recursos de la naturaleza en la actualidad es tal que el balance es negativo en lo correspondiente al ciclo natural de nuestro planeta, aquel por el cual las fotosíntesis de las especies vegetales absorben el CO2 y trasforman en vida una sustancia perjudicial para la vida animal.

La obsesión del crecimiento, para empezar, es un disparate. Porque una elemental ley natural, que todo el mundo conoce, es que todos los sistemas vivos crecen hasta un cierto punto en que dejan de crecer. Tú dejaste de crecer, yo dejé de crecer, el árbol grande deja de crecer, pero no deja de desarrollarse. Seguir forzando el crecimiento para consumir más y seguir produciendo una infinita cantidad de cosas innecesarias, generando una de las instituciones más poderosas del mundo, como lo es la publicidad, cuya función es una y muy clara: hacerte comprar aquello que no necesitas, con plata que no tienes, para impresionar a quienes no conoces. Eso evidentemente no puede ser sustentable. (Neef 2015 citado por El mostrador 2015)

Para nadie es un secreto que en la actualidad vivimos sumergidos en una crisis ambiental, que con el pasar del tiempo, nos limita aún más de recursos vitales como el agua, el aire, los alimentos, entre otros, poniendo así en eminente riesgo la continuidad de la vida en nuestro planeta, un riesgo que no es tomado en cuenta por racionalidad maximalista del sistema económico capitalista.

Si bien es cierto que el fenómeno de la contaminación ambiental ha existido desde épocas remotas y que la mayoría de las actividades humanas generan algún grado de contaminación, también es cierto que con el surgimiento de las llamadas revoluciones industriales, que se a su vez fueron impulsadas por el capitalismo, los niveles de contaminación han tenido un incremento considerable con respecto a lo que se venían dando antes de boom de las revoluciones industriales.

En la actualidad se exprime al planeta sin tener en cuenta que este es un sistema y que como todo sistema tiene sus procesos, el auge de la tecnología y el llamado desarrollo económico, han alterado el correcto funcionamiento del sistema Tierra en tanto que ya el propio sistema no es capaz de regular su temperatura como anteriormente lo hacía. El calentamiento global ha crecido a niveles alarmantes en las últimas décadas y esto es debido en gran parte a que a la tierra no se le deja respirar en aras de lograr un crecimiento económico que al fin de cuentas es absurdo. “La tierra fue y sigue siendo transformada en recursos naturales, e incluso en capital natural a ser explotado, domado y controlado. Cuando en realidad la tierra hasta podría existir sin seres humanos” (Acosta 2010).

En los modelos de  organización  productiva  de  las sociedades humanas existen algunas que no han sido o no son ecológicamente sostenibles ya que sus prácticas productivas destruyen o transforman muchos ecosistemas. Esto ha influido en la velocidad de renovación de los recursos naturales o directamente ha sido la causa de su desaparición” (Educastur, sf).

En las últimas décadas la humanidad se ha dado cuenta que ese “crecimiento” desmedido nos está llevando a la autodestrucción, y que los recursos brindados por la “pachamama” no son ilimitados como se había planteado por el neoliberalismo.

A manera de conclusión, podemos decir que debemos buscar un sistema económico nuevo, un sistema donde se vea a la madre Tierra como sujeto de derecho y no solo como un medio para satisfacer las necesidades egoístas del ser humano.

Y el principio valórico irrenunciable que debe sustentar una nueva economía es que ningún interés económico, bajo ninguna circunstancia, puede estar por sobre la reverencia a la vida. Si tú recorres estos puntos vas a ver que lo que hoy tenemos –en la economía neoliberal– es exactamente lo contrario (Neef 2015 citado por El mostrador 2015).

Para empezar a enfrentar esta problemática, que centra en una separación profunda entre la dinámica del capitalismo y la dinámica de la Tierra como sistema, hay que migrar hacia las verdaderas extensiones de la sostenibilidad; es decir, hay que buscar alternativas en la cuales estas dos dinámicas se complementen en vez de chocarse. Esto requiere una nueva ética para restablecer el correcto funcionamiento de la sociedad. “Se precisa conocer los límites del desarrollo convencional, los objetivos económicos deben estar subordinados al comportamiento del sistema tierra, sin perder de vista a la dignidad humana y la mejoría de la calidad de las personas. El crecimiento Económico es un medio, no un fin.” (Acosta, 2010)

El crecimiento debe estar enfocado en las relaciones sociales de los seres humanos, debe procurar el bienestar general de la sociedad de todo lo viviente incluye un sentido ambiental un sentido global por mejorar el nivel de vida de las especies y no solo las ganancias económicas que pueda recibir un grupo de personas al desarrollar una actividad.

Referencias